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Crítica del disco Una y MIl veces en El Mundo

LOS SECRETOS (UNA Y MIL VECES)

DRO-ATLANTIC. Calificación: 2.5

 

El rock californiano en el que siempre se han mirado Los Secretos se alimenta de dos grifos diferentes: uno da cerveza y el otro zarzaparrilla. Los Secretos pos Enrique se han decantado por la faceta más amable del sonido y la lírica del grupo madrileño. Bajo la dirección de Álvaro Urquijo, la banda apuesta por la brillantez instrumental y la buena sonoridad, pero el pellizco está aplicado con guantes y el zarpazo creativo acusa un exceso de manicura. Un disco bonito y adecuado para sus fans. Ricardo Aguilera

http://www.elmundo.es/metropoli/2006/06/02/musica/1149199221.html

 

En las próximas horas estará disponible la Crónica del Concierto de Villaba (por cierto, con polémica incluida)

Entrevista a Alvaro Urquijo en Noticiasdenavarra.com

Entrevista a Alvaro Urquijo en Noticiasdenavarra.com

álvaro urquijo, cantante y guitarrista de los secretos


Pamplona. Álvaro Urquijo, actual líder de Los Secretos, es uno de esos músicos cuya trayectoria vital y artística le deja a uno con la boca abierta. Superadas numerosas zancadillas que le ha puesto el destino, ahora vive consciente de ser un privilegiado que disfruta de su trabajo.

¿Estás harto de que se continúe mirando al pasado, de volver a tener que explicar la movida o de que a estas alturas la muerte de Enrique se utilice sólo por morbo?

Hombre, sí y no. Con el paso del tiempo me he endurecido un poco y creo que no se puede renegar del pasado. Lo que me parece mal es que la gente se invente cosas, con mi perspectiva de 26 años de carrera... no tengo mala memoria y me acuerdo de todo bastante bien, y hay cosas que se han dicho que son mentira, sobre todo en el libro que se editó sobre mi hermano Enrique. Pero no estoy harto, no me importa hablar.

¿Mil y una veces ha supuesto, por fin, la aclimatación de los viejos seguidores del grupo a la realidad que ahora conforman Los Secretos?

No lo sé... pero creo que, para mí, quedó bastante claro cuándo murió mi hermano. Se editó un primer disco en solitario, Solo para escuchar , definió que lo que se estaba componiendo era una banda sin un miembro importantísimo, pero era lo que había. Realmente nosotros nunca engañamos a nadie, no intentamos emular la forma de componer de mi hermano, todo lo contrario. Dentro del grupo, con Enrique en vida, había dos secretos : la vía popera de Álvaro junto con el resto del grupo y la pasión de mi hermano por las canciones acústicas, boleros y rancheras. Pero cuando Enrique no cantaba, lo que sonaba era una formación que existe todavía y que es lo que podemos ofrecer ahora. Hemos hecho las canciones con nuestro mejor corazón pero evitando que se nos compare, y la gente creo que lo sabe. Es imposible que componga como mi hermano.

Todos coinciden en que Los Secretos han alcanzado actualmente su mejor sonido, ¿estás de acuerdo?

Completamente de acuerdo. Hubo una época muy dura desde la muerte de mi hermano hasta que alcanzamos de nuevo el grado de madurez como grupo, siendo capaces de entrar en un estudio sin él. Fueron tres años, hasta 2001, en los que mirábamos mucho donde pisábamos para intentar hacer las cosas lo mejor posible. Desde 2001 hasta el día de hoy hemos aprendido muchísimo, por dos razones. Primero, porque hemos tenido que aplicarnos más, ya que antes componía y cantaba un tercio de lo que hago ahora. Actualmente, he aprendido a cantar, a componer y a esforzarme un poco más. Y, en segundo lugar, de tres años a esta parte tenemos la tecnología para grabar en nuestras propias casas, algo que antes era impensable y que nos ha hecho aprender mucho de producción, sonoridad y tímbrica.

Cada disco supone empezar de cero, pero, ¿cómo se vive esa resurrección después de 26 años de carrera?

Con más tranquilidad que en otras ocasiones. Nosotros tenemos un guardaespaldas, nuestro público, al que no le hemos fallado y que no nos ha fallado. Yo no creo en milagros. A la gente hay que cuidarla dándole calidad y haciendo las cosas con dignidad. Si eres un oportunista o un ventajista que se aprovecha del mercado para ganar dinero, al final la gente se da cuenta y acaba destruyendo a sus ídolos.

En este sentido, ¿la humildad es el mejor camino para enfrentarse al público?

Por desgracia o por suerte, nosotros, como bien decías antes, hemos tenido que empezar de cero muchas veces. La primera, con la muerte de Canito; la segunda, con el fallecimiento de Pedro; y la tercera, con la muerte de Enrique. A nosotros, la humildad nos la ha impuesto la historia, porque cuando empiezas de cero no eres nadie y miras a todo el mundo desde abajo. Así aprendes a saber dónde estás en cada momento. Una y mil veces es un declaración de estado de ánimo y de principios. Se trata de decir que ahí hemos estado y aquí estaremos lo que haga falta. Todo sea por la música, una y mil veces galas, grabaciones y lo que sea.

* La fotografía es del concierto del día 26 de mayo en Villaba

Reseña del disco -Una y mil veces- en Heraldo de Aragón

La siguiente crítica ha sido publicada hoy Viernes en el Suplemento Muévete de Heraldo de Aragón y está firmada por el crítico musical Matías Uribe. Le da una puntuación de cuatro estrellas (sobre cinco). Para contextualizar la puntuación decir que en la misma página reseña varios trabajajos discográficos más y que para Uribe el disco de la semana es "Las malas lenguas" de Santiago y Luis Auserón (también de Dro). A este disco Uribe le da una puntuación de cinco estrellas. También reseña "Guapa" de La Oreja de Van Gogh, disco al que da tres estrellas (al grupo esto de las críticas le parecerá un asunto menor, siendo el disco más vendido en nuestro país). Bueno, ahí va la reseña de Uribe:

Se meterán en un estudio una y mil veces y una y mil veces fabricarán discos tan impolutos como éste, el cuarto ya sin Enrique. La fórmula Secretos, fruto de su combinación de pop con mexicanismo, country, guitarras celestes, hammonds encantadores y melodías diáfanas, funciona con precisión suiza, generando hermosas canciones como éstas. Ni una sola destaca sobre las demás, lo cual habla de la solidez pop del disco, más reforzado que nunca en teclados. De Gram Parsons a Ry Cooder, Eagles o Springsteen, raíces americanas floreciendo en el secano hispano.

 

Crítica del concierto de San Sebastián en el Diario Vasco

EDICIÓN IMPRESA
Una y mil veces
JUAN LUIS ETXEBERRIA/
 Día: 18 Mayo 2006. Lugar: Sala Gazteszena (Donostia). Asistencia: Unas 400 personas
Marta, de cuarenta años que no los aparenta (según ella), se abrazaba a Kepa, su novio de toda la vida. Se conocieron hace veinte años, en un bar de lo viejo, al son de ese Déjame cantado por un grupo madrileño castigado por las desgracias. Y desde entonces no han faltado a la cita de su banda favorita en Donostia. La pareja en cuestión tiene ahora un par de revoltosos por casa, pero cada vez que Los Secretos aterrizan sobre algún escenario guipuzcoano, allá que se plantan, previo amerizaje de los churumbeles en el hangar materno.

Siempre les suelen acompañar, como pasó el pasado jueves en la sala Gazteszena de Egia, unas 400 personas más. Eso como mínimo. Una cuadrilla que, y esto puede sonar raro, puede volver a juntarse dos días después para ver actuar a la misma formación musical.

Centenares de chicos y chicas (vale, más de los segundo) que en su día se enamoraron de los Urquijo y sus bellas melodías y en los que aún prende la mecha melódica en sus cuerpos. Alguna moza más joven también se deja caer por el lugar.

Ellos y ellas cantan, tararean por lo bajini las canciones en las que Alvaro utiliza su voz dejada y llevada, aplauden cuando deben y cuando quieren y se saben de carrerilla cualquier composición anterior a la aparición de las privadas en la tele. Y alguna de las nuevas canciones también, claro. Y el grupo les regala dos horas de concierto, algo no muy usual hoy en día. 120 minutos marcados por esos medios tiempos (ya saben, ni rápido ni despacio) en los que el desamor tan bien casa con la música.

El quinteto madrileño está muy afincado en el pop-folk que Dylan o los Byrds dieron al mundo, ese que tanto le aplaudimos a modernos como Neal Casal y nunca nos cansaremos de escuchar. Los Secretos saben jugar sobre el mismo eje, con el carácter que sólo los años dan: Ahora acústico, ahora con guiños al soft soul (el nuevo single Una y mil veces), ahora guitarrero. Aquí la vieja escuela se graba sacando la vieja Rickenbacker de doce cuerdas y su análoga acústica, amigo.

«Cambio de planes, cambio de planes», repetirá sin cesar durante todo el concierto una moza cercana a nuestros Kepa y Marta, recordando aquel disco secreto de 1993. Llegas tarde, maja, el plan esta marcado a fuego. Y creo que ninguno de los presentes quiere que varíe.

Ya llega el concierto de Villava

"Villava un pueblecito de 10.000 habitantes a 4 km. de Pamplona. Próximo viernes a partir de las 21.30 un super concierto nos espera. Para abrir boca Barúa en acústico, un jovencísimo (el batería tiene 18 años) de aquí, después una revelación, Chema Vargas que viene con una gran banda, y el cierre de lujo: Los Secretos.
Una noche mágica nos espera."

El texto anterior los ha publicado José Luis Úriz, Concejal de Cultura del Ayuntamiento de Villava-Atarrabia, en el foro oficial de Los Secretos (www.los-secretos.net), y gustosos nos hacemos eco de la convocatoria. Allí estaremos, José Luis, y aquí lo contaremos.

Secretos auténticos

Secretos auténticos

(Transcripción intregra del reportaje publicado hoy en el País Semanal. Personalmente me parece un documento impresionante).

Álvaro Urquijo ha sabido superar las peores rachas y retomar la inspiración de su carismático hermano Enrique, que cayó víctima de las drogas, para dar nuevo aliento a Los Secretos. Su último disco, 'Una y mil veces', suena a lo mejor de este grupo.
DIEGO A. MANRIQUE (el autor de la fotografía es Guillermo Pascual).
EL PAIS SEMANAL - 21-05-2006

Álvaro Urquijo, madrileño, nacido en 1962, reside con su mujer y su hija en una urbanización junto a la capital. El líder actual de Los Secretos se siente orgulloso de su elección: "Escucha: ni un ruido. Con lo que pagué, en Madrid sólo conseguiría un pisito". Estamos en un chalé discreto de ascética decoración nórdica: nadie adivinaría que allí reside un músico de rock. Pero bajando unas escaleras aparece una jungla de instrumentos: 15 guitarras, batería, teclados, ordenador. Una mezcla de estudio de grabación y local de ensayo, con vistas a la piscina y un perezoso perrazo como vigilante.

Si se creyera en la idea de justicia cósmica, un hogar tan confortable sería la recompensa a una trayectoria repleta de infortunios. Álvaro alza los ojos al cielo cuando se hace el repaso de caídos. En las primeras horas de 1980 murió José Enrique Cano, alias Canito, baterista de la primera encarnación del grupo. Otro accidente de circulación, en 1984, se llevó a Pedro Díaz, sustituto de Canito. Y la puntilla fue la desaparición del miembro principal, Enrique Urquijo, en circunstancias sórdidas, a finales de 1999.

Pero Álvaro se muestra positivo. Debe serlo, ante tal cadena de desastres. Así, la tragedia de Canito propició la emergencia de lo que entonces se autodenominaba "nueva ola madrileña", y que se universalizaría como movida. El concierto homenaje a Canito es ahora el centro de una exposición, Caminos de un tiempo (1973-1987), en la Universidad Politécnica de Madrid. A pesar de la insistencia de amigos y organizadores, Álvaro no participó en los actos musicales paralelos que se desarrollaron en la Escuela de Caminos. Sí lo hizo su hermano mayor, Javier, también fundador de Los Secretos, que tenía más motivos de resentimiento: abandonó el grupo cuando Enrique, para abreviar, le hizo la vida imposible.

En la negativa de Álvaro subyace algo más que la prudencia propia de muchos veteranos de la movida que huyen del encasillamiento en epopeyas pasadas. Asegura que carece de nostalgia: "Detesto la estética de los ochenta. Me echan atrás las vestimentas y los peinados, de un mal gusto horrible. Además, escuchas aquellas grabaciones, incluyendo algunas nuestras, y se te cae el alma a los pies. Se abusaba de los efectos de estudio, trabajábamos en condiciones muy cutres".

Tampoco encajaban socialmente en Rock-Ola y similares: "Teníamos fama de bichos raros, pero ¡es que éramos muy cortados! Ni siquiera presumíamos de que, entre los grupos que salieron en 1980, fuimos los únicos que no nos estrellamos con el primer lanzamiento. Nuestro elepé vendió 28.000 copias, una cifra más que buena para entonces, pero en Polydor [su discográfica] nos trataban como tontitos. Tardamos en entender que se esperaba que saliéramos de copas con los disqueros y alternáramos con los medios. Hubiéramos hecho relaciones públicas, pero nadie nos lo explicó".

"Siempre pecamos de falta de ambición", suspira. "Ni se nos ocurrió que podíamos funcionar en Latinoamérica. Luego, cuando finalmente aterrizamos en México, nos encontramos con públicos de 2.000 personas que se sabían las canciones… sin que nuestros discos se hubieran publicado".

Aparte de su hermetismo, Los Secretos padecieron varios malentendidos. En los círculos de la movida era artículo de fe que los Urquijo provenían de una familia privilegiada, y no era así: "Urquijo es un apellido muy común en Bilbao. Nuestro padre era ingeniero técnico de minas, sólo que destacó en su profesión y viajó mucho. Se nos podía definir como clase media, vivíamos en un piso de renta antigua en Argüelles". El equívoco produjo situaciones chuscas: "Con el primer dinerillo que ahorré como músico, unas 20.000 pesetas, abrí una cuenta en el banco más cercano, que era casualmente una sucursal del Banco Urquijo. Me trataron de maravilla y hasta me mandaron una Visa Oro. Pero debieron consultar con la central: me retiraron la tarjeta y me obligaron a hacer cola como cualquiera".

Más hiriente resultó que, en 1982, Los Secretos fueran clasificados dentro del núcleo de los babosos, el sector musical a batir para Derribos Arias y otros grupos irreverentes, autotitulados "las hornadas irritantes". Aquellas lejanas guerras estéticas no se olvidan: "Aún me siento ofendido. Creo que fue fruto de la envidia; tocábamos un poco mejor que ellos y habíamos tenido algo de éxito con Déjame. Nunca nos sentimos queridos por la prensa, por la radio; se preferían grupos más pretenciosos o con mejor imagen".

Pero, insisto, la temática de Los Secretos era realmente parodiable: chica-deja-a-chico y éste reacciona con más o menos lagrimeo. Álvaro no quiere entrar en análisis textuales: "A mí siempre me costó hacer letras, todavía ahora le pido ayuda a José María Granados [ex Mamá]. Lo que nadie reconoció es que abrimos brechas. Durante 1981 dimos 100 conciertos, y aquélla era una España antediluviana, sin infraestructuras. Ni respeto: en Reinosa [Cantabria], el dueño de la sala llamó a su hija para que certificara que sí, que nosotros éramos los de Ojos de perdida y otras canciones que a ella le gustaban. ¡Nos hizo pasar un examen!".

Con las giras entraron en aluvión las drogas. Álvaro no rehúye el tema, pero se levanta y cierra la puerta. Resume: "No estábamos preparados para una vorágine semejante; los managers abusaron de nuestra inocencia. Cuando sientes tal agobio te ofrecen algo que te hace sentir bien… y caes. Ariel [Rot] me ha confesado que igual sucedió en Tequila. Éramos tan pardillos que no entendimos que aquello nos iba a desequilibrar aún más. Primero la cocaína, luego la heroína. Yo me salí en 1984, sin más tratamiento que la ayuda de un psicólogo. Pero mi hermano Enrique…".

Sobre toda la conversación planea Enrique Urquijo: adiós tristeza (Rama Lama Music), el minucioso libro de Miguel Ángel Bargueño que narra la turbulenta trayectoria del más carismático de Los Secretos. Aunque indispensable, es una biografía lastrada por el barullo de testimonios y algunos errores. Álvaro se revuelve constantemente contra el retrato que se desprende de esas páginas: "Nunca fuimos tan drogotas como se dice ahí. Ni siquiera Enrique. De otro modo, ¿cómo hubiera sido capaz de sacar al grupo del pozo de mediados de los ochenta? Además, lo que te queda tras la lectura es la tragedia, no hay nada de los momentos bonitos".

El tomo se hizo con el apoyo total de familia y amigos. Algunos lo lamentan, caso de Álvaro: "Cuando Miguel Ángel me dio las galeradas, me pasé una noche sin dormir: no me reconocía allí. Muchos habían embellecido sus recuerdos o los habían matizado sabiendo lo que ocurrió después. Me parece simplón el argumento de que Pedrito [Díaz, segundo baterista] nos pervirtió. Y mil cosas más. Yo nunca llegué a soltarle a Enrique lo de 'ojalá te mueras'; fue él quien dijo que lo mejor para todos sería que se muriese. Y no estaba muy sereno cuando pronunció esas palabras".

Lo cierto es que aquellos cantantes de amores tiernos pasaron a describir el lado más amargo de la existencia. De "sobre un vidrio mojado / escribí su nombre / sin darme cuenta" al necrológico "te juro que era buena chica / aunque con poco apego a la vida". De las crónicas de sentimientos frágiles a las confesiones de alienación con resonancia generacional. Del pop adolescente al country dolorido y, de vuelta, al pop melancólico.

Sigilosamente, acumularon un público importante: el primer volumen de sus Grandes éxitos lleva despachados medio millón de ejemplares. Tras años de atormentadas reflexiones, Álvaro está convencido de que Enrique "no era el toxicómano típico". "Su enfermedad le llevó a la adicción, no al revés. Y la música no tuvo nada que ver: de cualquier manera, hubiera terminado encerrado o suicidándose. Era un maniaco depresivo que, por rachas, consumía drogas de modo compulsivo. Fuera de esos bajones, tenía ángel. Coincidió con el príncipe Felipe en el Honky Tonk, y, por lo que sé, mantuvieron una conversación agradable, aunque insistiera en llamarle Juan Carlos, por puro despiste. La última vez me decía: 'Llevadme a la clínica, que me doy miedo'. Todo un avance, que tomara la iniciativa. Lo que no podíamos imaginar es que se diera de baja, recuperando 200.000 pesetas del anticipo del tratamiento, y se fuera a pillar. Hubo negligencia médica".

Aun antes de llegar el desenlace, el destino de Los Secretos lucía incierto. Enrique tenía a Los Problemas, grupo acústico donde daba salida a su identificación con las rancheras, los boleros, las canciones a corazón abierto. Álvaro ratifica: "Necesitaba cantar y prefería hacerlo en un antro que en un gran escenario. ¿Yo? Musicalmente soy más popero, y mis modelos son los Eagles; Crosby, Stills, Nash & Young; Tom Petty… Desde la modestia, queríamos hacer algo parecido, lo cual exigía equipos caros y profesionalidad".

Hasta entonces se contentaba con ejercer de segundo de a bordo. "Enrique llevaba el timón y yo me ocupaba de dar sentido musical a su obra. Pero siempre un paso por detrás. Tardé en atreverme a cantar y componer". Aun así, Álvaro fue adquiriendo seguridad y puso música a una de las grandes canciones de Joaquín Sabina, Por el bulevar de los sueños rotos. "Había escrito la letra en el dorso de una factura, muchos versos con una letra diminuta. Se la pasó a Enrique, como con Ojos de gata, pero esta vez mi hermano no hizo nada, aunque tratara de Chavela Vargas, a quien adoraba. Hasta que le pedí permiso para intentarlo. Cuando se lo presenté a Joaquín, ya estaba grabada, con una melodía de Pancho Varona. Me quedé chafado. Y ocurrió la cosa más grande, les quería besar los pies: escucharon mi versión y Pancho aseguró que la mía era mejor. Yo no me atrevería a decir tanto: igual necesitaban un buen single para la radio y les venía bien mi música, era más comprimida y directa".

Cuando ocurrió la tragedia –el cuerpo de Enrique fue abandonado en un portal de Malasaña–, el mundo se cayó sobre los Urquijo: "Enrique había dado alegría a mucha gente y ahora era un cadáver para las estadísticas, a tratar en la sección de Sucesos". Álvaro huyó y pasó un año alejado de la música, intentando recuperarse emocionalmente. Pero el hermano desaparecido todavía le pidió un esfuerzo más: "Dejó deudas, un piso a medio pagar, una niña, dos mujeres". Se optó por la vía tradicional de recaudar dinero para un autor fallecido: el disco de homenaje. Y el prurito de Álvaro le empujo a mojarse: "Hay temas buenos, malos o mediocres juntados sin orden ni concierto. Reuní a Los Secretos para que sirvieran de banda oficial, al menos habría coherencia sonora. Estábamos en el estudio y los cantantes iban desfilando. En dos meses teníamos el disco". Titulado A tu lado (DRO, 2000), contenía 17 canciones secretas con las voces de Antonio Vega, Luz, Miguel Ríos, Pau Donés, Manolo Tena y otros: "Enrique tenía muchos admiradores. Se sentía reivindicado cuando músicos duros, como Fito y los Fitipaldis, grababan sus canciones".

'A tu lado' se acercó a las 200.000 copias: el futuro de María, la hija de Enrique, quedó solucionado a medio plazo. El de Álvaro siguió en el aire. "Sinceramente, terminamos la gira de presentación del homenaje, donde canté con varios de los participantes, y dije: ya basta, que ya se había acabado. Y yo no tenía una salida prevista". Ya había grabado en solitario en 1998, un tiro al aire de una multinacional que no tuvo continuación.

No podía ser el final: "Carlos Goñi, de Revólver, o Alfonso Pérez, de DRO, insistían para que siguiéramos. En la gira de A tu lado notamos un cariño extraordinario, aunque podía ser una reacción sentimental ante lo de Enrique. Volvimos por la puerta de atrás, actuando en locales pequeños. Fuimos metiendo canciones nuevas, y la acogida era buena. En 2002 hicimos 60 bolos y sacamos un disco, Sólo para escuchar. Al año siguiente editamos un desenchufado con sección de cuerdas, Con cierto sentido. Ahora tenemos otro disco, Una y mil veces. Con una historia si quieres truculenta, somos otro grupo más. Y estos nuevos Secretos tienen un público fijo, que no pijo, otro sambenito que nos colgaron. Tocamos en pueblos donde no hay pijerío y llenamos". También son vendedores respetables, alrededor de 50.000 ejemplares por lanzamiento. Con una actitud humilde: "Nos sigue gente maja que ha crecido con nuestras canciones y que no nos trata como rock stars, ¡ni como objetos sexuales!".

Empresarialmente, se reparte el dinero según antigüedad. Álvaro se lleva una porción superior a la del guitarrista Ramón Arroyo y el teclista Jesús Redondo; Juanjo Ramos y Santi Fernández, integrantes de la sección de ritmo, están a sueldo. Y se reserva un pequeño porcentaje para María, la hija de Enrique, "que ya tiene 11 años y es una maravilla [una pausa]; en las actuaciones, cuando me toca cantar Agárrate a mí, María, se me pone un nudo en la garganta, soy así de blando".

Los otros Secretos han ido haciendo acto de presencia por este grato local de ensayo, que se llena de bromas y planes. Algunos se prueban los ultimate ears, unos auriculares que se elaboran a medida, a partir de un molde de la oreja de cada comprador. Arroyo muestra su última adquisición ( 2.000 euros): una guitarra Martin de prodigiosas prestaciones. Álvaro Urquijo se relaja, aliviado de que la entrevista haya concluido. En un día radiante, las nubes negras son historia pasada.

Crítica del concierto de Zaragoza en Heraldo de Aragón

Crítica del concierto de Zaragoza en Heraldo de Aragón

Apología del “secretismo”

Por Gonzalo de la Figuera

Entiéndase por “secretismo” la profesión de fe y devoción total que manifiestan los fans más acérrimos del veterano grupo madrileño liderado por Álvaro Urquijo; es decir, gente como el millar de espectadores que llenaron anteanoche el aforo del Teatro Principal, y que no cesaron en las continuas expresiones de afecto y cariño hacia los músicos. Arropados por un ambiente tan cálido y acogedor, y ayudados por un sonido límpido y cristalino, Álvaro y sus colegas ofrecieron un concierto de factura impecable: una auténtica golosina para sus seguidores, que no cabían en sí de gozo.
La excusa de esta nueva gira de Los Secretos es la publicación de su nuevo álbum, “Una y mil veces”. Mas, en realidad, las nuevas canciones eran lo de menos; lo que su público demandaba eran los títulos clásicos de la banda, que ocuparon las tres cuartas partes del repertorio. Así que sonaron piezas imprescindibles como “Déjame”, “Ojos de gata”, “Y no amanece”, “Quiero beber hasta perder el control”, “Agárrate a mí María”, “Pero a tu lado”, “Otra tarde”, “Por el bulevar de los sueños rotos”, “Ojos de perdida”, “Te he echado de menos” (dedicada a la memoria de Enrique Urquijo) o una curiosa versión a capella de “Sobre un vidrio mojado”, con la que se despidieron del escenario.
Respecto al nuevo material, pudimos escuchar “Nada para ti”, “Nos vemos en abril”, “Sólo para mí”, “Háblame”, “Nos quisimos sin querer” y “Una y mil veces”, esta última quizá la más apetecible e inspirada de todas ellas. O, al menos, la que más se aparta del característico estilo del grupo; porque, no nos engañemos, Los Secretos apenas han alterado su fórmula sonora en todos estos años, una fórmula que ofrece pocas variantes: pop melódico aderezado con influjos de country y leves aires fronterizos, tempos medios que se repiten una y otra vez sin apenas diferencias, apostándolo todo a la carta de las melodías emotivas.
Claro que así les ha ido bien y eso es lo que su público les pide, de modo que nadie espera de ellos grandes innovaciones, y menos a estas alturas: bastante han hecho con superar tragedias varias, la más dura la muerte de Enrique, su líder natural.
Su hermano Álvaro ha tomado el relevo con creciente soltura y mantiene muy dignamente la carrera del grupo, aunque sus últimos discos poco aporten ya a lo ofrecido anteriormente. Poco importa: mientras sigan tocando sus viejas canciones, los incondicionales seguirán acudiendo a sus conciertos.

Crítica del concierto de Zaragoza en El Periódico de Aragón

Los Secretos, sin muchos secretos

JAVIER LOSILLA (03/05/2006)

ARTISTA Los Secretos

LOCAL Teatro Principal

FECHA lunes, 1 de mayo

ASISTENCIA aforo completo

Una y mil veces. Ese es el título del nuevo y reciente disco de Los Secretos, pero también la frase que resume la actitud que los seguidores del grupo mostraron el lunes por la noche en el Teatro Principal: una y mil veces que toquéis en Zaragoza, aquí estaremos, una y mil veces queremos escuchar canciones como Sobre un vidrio Mojado (con ella, abordándola a capella se despidieron Álvaro Urquijo y compañía), Por el bulevar de los sueños rotos; Pero a tu lado; Déjame; Ojos de gata; Colgado; Bailando en el desván; Agárrate a mí, María; No digas que no, Y no amanece...

Los Secretos tienen en Zaragoza un público fiel y entregado que el lunes llenó el teatro y aplaudió sin reservas durante dos horas de concierto. Con tan largo programa el grupo correspondía al entusiasmo de sus fans, viejos y nuevos fieles que no querían que la actuación terminase.

Pero, todo tiene su final, como cantaba el salsero, y al salir del teatro teníamos, los menos convencidos, un regusto extraño: el que deja un grupo que ejecuta con mucha profesionalidad un puñado de canciones bien construidas, pero cuyo registro fluctúa poco a lo largo del concierto.

Los Secretos, se sabe, no es una banda de rocanrol salvaje a la que pedirle energía a raudales. Y no se le pide. Urquijo y sus colegas se mueven bien en los códigos de un pop--rock sólido, que en ocasiones se tiñe de tonalidades de country y de acentos fronterizos. Y dentro de esas coordenadas sí que se le debe de exigir al grupo algo más que interpretaciones correctas.

Cierto es que ocasiones hubo a lo largo de la actuación en la que la formación rompió esa dinámica de velocidad constante, y mostró otras visiones del paisaje sonoro; pero, en general, su apuesta en el Principal resultó algo tautológica.

Y más: entre los continuos agradecimientos al público por sus aplausos, la necesaria afinación de las cuerdas de las guitarras, las presentaciones de las canciones, y algunas gracietas de relleno, el ritmo interno del concierto se resintió. No pide uno que se sea tan parco como Dylan, pero tanta cháchara carga un poco.

Anotemos que, junto a las canciones ya mencionadas y otras ya conocidas, el grupo ofreció varias piezas de Una y mil veces, el álbum que venía a presentar: la que le da título, Nada para ti, Nos vemos en abril, Sólo para mí, Háblame, Nos quisimos sin querer...

Nada que objetar a un repertorio equilibrado y generoso. Su realización, ya digo, fue otra cosa. Nada, por otra parte, que perturbase la pasión del auditorio.

http://www.elperiodicodearagon.com/noticias/noticia.asp?pkid=247527

 

Gran éxito de Los Secretos en el Teatro Principal de zaragoza

Gran éxito de Los Secretos en el Teatro Principal de zaragoza

Anoche, a las 21,00 horas, Los Secretos llenaron el Teatro Principal de Zaragoza en el segundo concierto de la gira de presentación de “Una y mil veces”. El Teatro colgó el cartel de “No hay entradas”. Las 1.100 butacas ocupadas.
Con diez minutos de retraso sobre la hora prevista (aunque lo cierto es que a las nueve en punto, más de la mitad de la gente todavía no se había sentado), empezó a sonar el instrumental “Tan fácil” (directamente del disco), mientras los integrantes de la banda iban colocándose en sus respectivos puestos.
El concierto se abrió con “Nada para ti” a la que le siguió “Nos vemos en abril”, respetando así el orden del disco. En directo, como algunos habían previsto, adquieren una dimensión especial y ganan mucho. Tras ellas Álvaro comentó que estaba usando chuletas para las canciones nuevas “porque me hago mayor”.
Siguieron con “Sólo ha sido un sueño” y “Colgado” (“por diferentes razones llevábamos tiempo sin tocarla” explicó Álvaro), y “Sólo para mí”, durante el transcurso de la cual fue una lástima que Ramón Arroyo tuviera problemas con los cables, su guitarra se quedó muda, y no hubo manera de hacerla sonar hasta el siguiente tema. Al terminar “Sólo para mí”, Álvaro se acercó hasta Ramón y le palmeó la espalda para animarle. El respetable le brindó una cerrada ovación a Ramón, que sin duda le reconfortó. El concierto prosiguió sin más contratiempos, pero desde luego Ramón no tuvo su noche. Tuvo menos protagonismo que en otras ocasiones y la pena fue que fuera un fallo técnico, no achacable a él, lo que le hizo destacar más durante dos o tres minutos.
Mientras un técnico trataba de recuperar el sonido de la guitarra de Ramón, Álvaro y Juanjo hicieron tiempo rivalizando en sentido del humor. Tanto ellos como Jesús estuvieron especialmente animados, parlanchines, ingeniosos, motivados y graciosos. Lo pasaron muy bien, y el público se contagió de ese buen ambiente. Nunca había visto a Los Secretos tan a gusto sobre un escenario. Supongo que influyeron muchos factores: parecen contentos con el nuevo disco, tocaban en un recinto muy bonito por el que pasan grandes artistas y el público era de la categoría incondicional, es decir, todo el que estaba ayer en el Principal había pasado por caja y sabía a lo que iba (lo que no ocurre en todos los casos, me estoy acordando de ciertas fiestas patronales, etc…).
Resueltos los problemas técnicos, acometieron “Quiero beber hasta perder el control”. Después, se quedaron solos en el escenario Jesús, Álvaro y Ramón, para interpretar en formato acústico “No digas que no”, de la que Álvaro comentó que la habían tocado “poquísimas veces”.
Volvieron Juanjo y Santi para poner su ritmo y su talento a los siguientes temas: “Ojos de gata”, “Hablame”, “Bailando en el desván” (Álvaro comentó de esta última que “hace mucho que no la tocamos. Guardo un buen recuerdo de ella. Con ella me estrené como cantante secundario”), “Nos quisimos sin querer”, “Y no amanece” y “Cada vez que tú me miras”.
En este punto del concierto, Álvaro se puso misterioso: “Esto es un experimento. No vamos a llamarlo científico. Un experimento. Esta canción nunca la hemos tocado en este punto del show, y no sabemos que reacción puede provocar”. Y sin añadir nada más, se arrancaron con los acordes de “Dejame”, y no hace falta que explique la reacción.
La presentación de la siguiente canción corrió a cargo de Juanjo: “Y ahora sí amigos. Estos chicos de las orquestas siempre dicen lo mismo. Y ahora sí, ¿qué?” Hizo una pausa –sólo él, el público tronchado de risa-, tras la cual volvió a decir: “Y ahora sí amigos”  y comenzó a sonar la mítica “Buena chica”, a la que siguieron “Te echado de menos” (antes de ella Álvaro dedicó el concierto a su hermano Enrique) y “Por el bulevard de los sueños rotos”, con la que Los Secretos se despidieron de una forma inusual. Hasta aquí, hora y media de concierto.
En el primer bis tocaron “Una y mil veces”, “Pero a tu lado” y “Otra tarde”. En el segundo bis le tocó el turno a “Agarrate a mí, María”, “Ojos de Perdida” y “Sobre un vidrio mojado” (a capella como viene siendo tradicional en los últimos tiempos).
Los Secretos salieron por la puerta grande. Dos horas de concierto ante un público entregado y animado como hacía tiempo no veía.
 

Una curiosidad: en la segunda fila pude ver sentado, tomando notas, al autor de la entrevista que publicó ayer Heraldo de Aragón, así que es más que previsible que hoy o mañana salga publicada una crónica y/o crítica del concierto en dicho diario. Estaremos atentos.

Álvaro Urquijo: "Ya me he cansado de mirar por el retrovisor"

Álvaro Urquijo: "Ya me he cansado de mirar por el retrovisor"

Álvaro Urquijo resiste a las contrariedades que le ha deparado la vida con admirable vitalidad. Al frente de Los Secretos desgranará los temas de su nuevo disco, "Una y mil veces", y rescatará sus clásicos eternos.


J. F. LOSILLA EIXARCH. Zaragoza | El viento le ha golpeado sin piedad. Plaf, plaf, plaf. Pero él sigue ahí. Como hace 26 años. Como ayer. Como siempre. Defendiendo con entusiasmo el sueño que se atrevió a desprecintar con su hermano Enrique. Un sueño que titularon Los Secretos; hablaba de rock and roll y de rubias esquivas, de trago de bourbon y "chupa" de cuero, de corazones derrotados y nubarrones detrás de cada esquina. Álvaro Urquijo tratará de contagiar este entusiasmo eterno en el escenario del Principal. La excusa, "Una y mil veces", su nuevo disco. Como hace 26 años. Como ayer. Como siempre...

PREGUNTA- "On the road again", señor Urquijo. Conciertos, entrevistas...

RESPUESTA- Sarna con gusto no pica. Sigue siendo un privilegio desarrollar una profesión que me gusta y, sobre todo, que te hagan caso. Lo normal es que pasen de ti. Disfruto como un niño cada minuto.

P.- ¿En serio?.

R.- Tengo la sensación de que no ha pasado tanto tiempo. Será porque me hago mayor y me cuesta recordar cuando era un veinteañero y aprendía a trompazos lo que era la vida.

P.- ¿Le han tratado bien la música y la vida?.

R.- Mmmm. Bien y mal, aunque el balance general es positivo. Ha sido una trayectoria con altibajos y algunas desgracias, pero con muchas alegrías. Asumo con orgullo todo lo vivido.

P.- Ha sufrido una colección de desgracias.

R.- Murió mi hermano y falleció Canito (el primer batería). Ante esa tesitura, te fortaleces o te hundes. No hay más. Afortunadamente, yo me he fortalecido y sigo cargado de energías positivas para dar guerra.

P.- ¿Para dar guerra a quién?.

R.- Han pasado muchas cosas extrañas. Se escribió un libro sobre mi hermano que no me gustó nada. Cuentan parte de la verdad, la más morbosa y macabra. ¿Pero quién no tiene una parte mala? También me molesta este revival de los 80 tan poco natural que se está produciendo de un tiempo a esta parte. Y también han regresado fantasmas del pasado pidiéndome favores y dándome el coñazo.

P.- ¿De quién habla?.

R.- De promotores, de músicos que quieren reflotar carreras acabadas y buitres que coquetean con la morbosidad de la muerte. Soy una persona muy solícita y he prestado mi ayuda a quien me lo ha pedido. Pero ya ha llegado el momento de decir basta. Me apetece mirar al frente, adelante. Me cansé del retrovisor.

P.- Remover el pasado es un deporte nacional.

R.- ¡Se habla tanto del pasado! Como de la Movida. Y habla gente que ni siquiera la vivió. Nosotros no queremos caer en eso. Los Secretos han estado y están al margen de las modas. Incluso nuestra compañía de discos ha tirado la toalla porque vamos a nuestro aire con todo. Reconozco que somos bastante complicados.

P.- Y en estas, presenta "Una y mil veces", un disco con material nuevo e inédito.

R.- Estoy abonado al volver a volver a empezar, tanto en la música como en la vida. Este disco es un traje nuevo con el mismo corte. No puedo ni quiero escapar del estilo de Los Secretos.

P.- Han confeccionado una especie de imagen de marca.

R.- Exacto. A lo largo de estos 26 años de carrera hemos construido nuestro mundo, nuestro sonido, nuestro género. Como lo hizo en su día Radio Futura, por ejemplo. O más tarde Los Rodríguez.

P.- Comparte la autoría de las canciones con otros compositores, como Jesús Redondo o Txetxo Bengoetxea.

R.- Un disco de un solo autor no lo considero divertido. Aparecen las mismas tonalidades y eso me aburre. Por eso he abierto la puerta a amigos que gentilmente han entrado y han aportado estas gotitas tan sugerentes. Tienen mucho talento, seguramente más que yo, je je.

P.- ¿Siente la obligación de no traicionar lo pretérito?.

R.- Si las canciones no fluyeran con naturalidad, no sacaría más discos. Nunca hemos hecho algo forzados. Nos dejamos la piel, el tiempo de nuestras familias, y tenemos el culo pelado en la carretera como para no hacerlo a gusto. Reivindico nuestra autenticidad, humildad y sinceridad.

P.- Reconcilia que a estas alturas cite una palabra tan denostada como humildad.

R.- Mire, he conocido personalmente a muy pocos de mis ídolos. Hablando con ellos he aprendido que hasta en las mayores cumbres no puedes perder la humildad. Me refiero a Jackson Browne, Phil Collins o Liza Minelli, por ejemplo. El público no es tonto y capta si alguien ha cambiado porque la nuestra es una profesión muy egocéntrica. Si no lo controlas y te dejas llevar... adiós.

P.- ¿Ha departido con Liza Minelli?.

R.- Sí. Fue en Prado del Rey, hace ya muchos años. Estuvimos esperando cuatro o cinco horas para grabar un cochino playback. Nos comentó: "¿Esto funciona así en España?". Se lo tomó con calma y resignación.

P.- Ha citado a Jackson Browne. ¿Por qué carecemos en España de ese tipo de figuras "alternativas" pero al mismo tiempo respetadísimas?.

R.- En España eso es muy complicado. Principalmente por dos motivos. El primero se debe al reducido mercado. Jackson Browne vende una cantidad razonable de discos en Estados Unidos y unos pocos en muchísimos países. La suma es brutal, gotita a gotita. El segundo motivo es más desagradable.

P.- ¿A qué se refiere?.

R.- ¿Usted se imagina que Frank Sinatra fuera español?.

P.- Eso es mucho imaginar. ¿Por qué lo dice?.

R.- Si Frank Sinatra fuera español, en la televisión estarían diciendo todo el día con quién se había acostado en vida, de qué color se tiñe el pelo su hija o cosas por el estilo. Nos encanta el morbo y el cotilleo. Nos revolcamos en ese barro a todas horas. Si sólo basta con encender la televisión. Ejemplos sobran.

P.- ¿Siempre le quedará el rock?.

R.- Afortunadamente. Eso nadie nos lo puede robar.

http://www.heraldo.es/heraldo.html?noticia=164056

 

Una y mil veces

Una y mil veces

Desde ayer, 24 de abril, está en la calle el nuevo disco de Los Secretos, "Una y mil veces". Y no se me ha ocurrido mejor forma de celebrar esa excelente noticia que creando este blog dedicado en exclusiva a ellos. En él iré "colgando" aquellas noticias, críticas y comentarios interesantes que encuentre en internet. También intentaré aportar algo de mi cosecha como alguna crónica de los conciertos a los que tenga la oportunidad de asistir. En fin, lo que se me ocurra.

Y no hace falta decir que este blog está abierto a la participación y colaboración de todo el que lo desee. Si tienes cualquier información interesante relacionada con Los Secretos, alguna crónica que quieras publicar de un concierto al que hayas asistido o hacer alguna crítica o comentario, puedes enviarmela a esta dirección de correo: secretistazgz@yahoo.es.